Hagan la prueba: pongan en Google las palabras “cirugía estética actrices” (o cantantes, o modelos): el buscador le devolverá una lista interminable de artículos sobre celebrities que a lo largo del tiempo han ido cambiando su fisonomía, en especial, listas tipo “10 famosas irreconocibles” o “15 casos en los que la cirugía estética acabó mal”.
Elaborar clasificaciones de ese jaez es un pasatiempo universal al que se dedican con fruición medios de comunicación de medio mundo… ¡Incluso hay un médico estadounidense que repasa, en su blog, qué fue mal en cada caso!
Muchos son los nombres que se repiten en esas listas, y entre todos, el de Donatella Versace, cuya adicción a la cirugía estética (inexplicable en alguien de su talento, y de aquellos a quienes ha recurrido, a los que uno imagina profesionales de prestigio) ha hecho de ella el paradigma perfecto de lo que no hay que hacer.
Empecemos por admitir que en un mundo tan exigente como el de la moda, la presión debe ser mucha y difícil de soportar. Admitamos también que las personas, hombres y mujeres, con una elevada exposición pública se resignan peor que los ciudadanos de a pie a los estragos del tiempo. Aceptemos por último que quien más quien menos, cada uno en su nivel de posibilidades o exigencias, todos nos hacemos retoques estéticos…
La pregunta es, ¿en qué momento un anhelo razonable de mejora estética se convierte en una obsesión?
Primero son unos retoques pequeños, luego cambios grandes porque nada les satisface, y en los casos extremos el resultado no de las intervenciones de cirugía estética tomadas de una en una (aumento de labios, de pómulos, rinoplastia, liftings…) sino de la repetición insensata, del deseo de hacer algo donde nada se puede hacer, es paradójico: quien buscaba belleza acaba irreconocible y desde luego nada guapo.
Sirva este texto para marcar los límites de una especialidad que obtiene grandes resultados, pero no hace milagros. Y para insistir en lo importante que es someter los deseos y las dudas propios al análisis profesional y sensato de un experto que no ponga su ambición por encima de todas las cosas.
Y sirva para llamar la atención sobre la ética de la cirugía estética: quienes en este terreno de la medicina nos desempeñamos estamos sometidos al mismo código deontológico que el resto de especialidades médicas y quirúrgicas. Y desde luego, es inadmisible tanto operar cuando algo que se puede solucionar sin cirugía, como operar a todo el que nos lo pide aunque la intervención dmandada esté claramente contraindicada.
Si deseas más información, contacta con nuestro equipo de Clínicas Fernández Blanco, llama al 915 54 09 24 (Madrid) o al 952 850 468 (Marbella, Málaga).
Dr. Alfredo Fernández Blanco
El cirujano plástico Dr. Alfredo Fernández Blanco se destaca en su rama de la medicina, como el mejor cirujano de mamas, además es pionero en las llamadas cirugías secundarias o de las secuelas. Con más de 30 años de experiencia y miles de casos de éxito, sigue logrando los resultados más naturales que se pueden esperar en una operación de cirugía estética.