Quienes nos siguen en este blog saben que, con cierta frecuencia, miramos hacia Corea del Sur, una de las mecas de la cirugía estética, con todo lo bueno (profesionales cualificados, procedimientos verificados) y lo malo (banalización de la cirugía) que esa consideración conlleva. Recordemos que, según datos oficiales, allí abren sus puertas más de 4.000 clínicas de cirugía plástica y tienen la tasa más alta del mundo de procedimientos cosméticos por habitante, 13 por cada 1.000 personas en una población de 49 millones.
En las últimas semanas, dos noticias nos han llevado a volver de nuevo la vista hacia ese país.
La primera recoge un estudio sobre las referencias a la “cirugía estética” en las redes sociales surcoreanas realizado por la empresa de análisis de “big data” Daumsoft, que tras constatar un descenso desde 2010 observa ahora un repunte. ¿La razón? Un programa televisivo cuyo título podíamos traducir por “Déjame entrar” en el comparecen mujeres con problemas que teóricamente pueden superar gracias a la cirugía.
La segunda información alude a un anuncio del gobierno de Seúl: a partir del mes de abril de 2016, los extranjeros que se sometan a una intervención de cirugía estética en Corea del Sur podrán pedir que les sea devuelto el IVA. Lo anunció el viceministro de Finanzas de impuestos y aduanas, y tiene un objetivo claro: “impulsar la industria turística local”.
Ambas informaciones nos invitan a reflexionar sobre nuestra especialidad, las expectativas que suscita y las implicaciones que tiene en la vida personal y social. Que un programa de televisión contribuya a asentar la idea de que una intervención quirúrgica es el bálsamo de Fierabrás que todo lo soluciona es, cuando menos, preocupante. Somos más que conscientes, lo vivimos cada día, lo decimos con frecuencia, de que hay personas tan acomplejadas con su apariencia que un cambio les permite reconciliarse consigo mismas y con el mundo. Pero no se puede fiar todo al bisturí.
En cuanto a la cirugía estética como reclamo turístico, no es nada muy nuevo, en la medida en la que el turismo sanitario es un sector que funciona, y bien, en muchos países. Pero conviene no dejarse atraer con reclamos económicos y no olvidar que la cirugía estética sigue siendo cirugía, y que la buena práctica médica incluye un conocimiento previo y exhaustivo del paciente, así como un seguimiento que no se acaba con el alta. Y eso difícilmente se consigue en un fin de semana.
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Dr. Alfredo Fernández Blanco
El cirujano plástico Dr. Alfredo Fernández Blanco se destaca en su rama de la medicina, como el mejor cirujano de mamas, además es pionero en las llamadas cirugías secundarias o de las secuelas. Con más de 30 años de experiencia y miles de casos de éxito, sigue logrando los resultados más naturales que se pueden esperar en una operación de cirugía estética.