En España, la polémica de las últimas semanas la protagonizó Camilo Sesto, que reapareció en el programa de María Teresa Campos con aspecto completamente cambiado. Inmediatamente, las redes sociales, termómetro de nuestro tiempo, se inundaronde memes sobre su paso por quirófano.
Sin embargo, expertos consultados por ABC (tanta fue la polvareda que consideraron oportuno hacerlo) descartaron la cirugía estética y emitieron su veredicto: “Camilo lleva bótox en cantidad”.
No sabemos qué se ha hecho o se ha dejado de hacer Camilo Sesto, pero sí conocemos los muchos beneficios que tiene el uso racional y profesional de la toxina botulínica. Porque Botox no es sino la marca comercial más conocida de la toxina botulínica cosmética, es decir, aquella que aprovecha la capacidad de producir parálisis muscular de la toxina que produce el botulismo para utilizarla con fines estéticos.
Es uno de los tratamientos antiarrugas más demandados (el otro es la aplicación de ácido hialurónico) por pacientes que acuden a nosotros buscando eliminar o, al menos, suavizar las arrugas provocadas no sólo por el envejecimiento biológico, sino también por la pérdida de peso o por factores externos como una exposición solar prolongada o las temperaturas extremas, tan dañinas ambas para la piel.
Lo que la toxina botulínica consigue es la relajación temporal de los músculos faciales, con lo cual la piel se estira, se hace tersa, y mejoran las líneas de expresión.
La aplicamos en muy pequeñas dosis, mediante infiltraciones, y conseguimos así bloquear la transmisión nerviosa que contrae los músculos que se mueven al gesticular.
Es una técnica segura, que prácticamente no tiene ni efectos secundarios (quizá, algún hematoma muy pequeño allí donde hemos aplicado el producto) ni contraindicaciones.
Eso sí: lo hemos dicho muchas veces y seguiremos haciéndolo, la toxina botulínica ha de ser administrada por médicos que acumulen la experiencia suficiente, que utilicen el equipo necesario, y que entiendan que entre sus obligaciones está asesorar al paciente, advertirle de los riesgos y prevenirle de las consecuencias negativas de los excesos.
Para que no se pueda decir de nadie que “lleva bótox en cantidad”, al menos no como sinónimo de que a alguien se le ha ido la mano, que el paciente y la gente de su entorno sólo puedan afirmar: “lleva bótox en la cantidad justa y necesaria para mejorar su aspecto”.
Si deseas más información, contacta con nuestro equipo de Clínicas Fernández Blanco, llama al 915 54 09 24 (Madrid) o al 952 850 468 (Marbella, Málaga).