Hay noticias y noticias, y a juzgar por la reacción de las redes, ésta era un notición: Leticia Sabater volvía a ser virgen… a los 48 años. En efecto, la que fuera una de las presentadoras más populares de España, desaparecida hace tiempo del primer plano de actualidad, consideró necesario anunciar al mundo que se había sometido a una operación quirúrgica para reconstruirse el himen.
Aunque en realidad esa no había sido su primera intención, según explicó, en enero viajó a Miami para ensancharse la vagina (“he tenido que dejar ya cinco relaciones porque nos era imposible tener relaciones por culpa de este problemilla”) y se enteró de la existencia de la otra operación. “A mis 48 años ya he decidido que no voy a ser madre. Como no voy a tener cargas económicas de este tipo, me dije a mí misma que había llegado el momento de darme un capricho”. Y se lo dio. “Me siento a estrenar”, añadió.
Ni que decir tiene que en cuestión de horas su revelación se convirtió en trending topic en Twitter, y al poco ella se convirtió en objeto de todo tipo de bromas y chanzas.Pero eso ya es otra historia.
Lo que aquí nos llama la atención es que Leticia Sabater no conociera la existencia de la intervención de reconstrucción de himen, e incluso que decidiera someterse a ella improvisando sobre la marcha para “darse un capricho”.
La himenoplastia es un procedimiento relativamente habitual, sobre todo entre mujeres de países árabes que, habiendo mantenido relaciones sexuales antes del matrimonio, se dan cuenta de que, de ser descubiertas por sus familiares, podrían ser repudiadas o algo peor, asesinadas. De ahí que cada vez más jóvenes decidan someterse a una reconstrucción de himen con el fin de ocultar todo trazo de actividad sexual.
Hace algunos años, la corresponsal en Líbano del periódico El Mundo Mónica G. Prieto describió esta realidad social en una crónica gracias a la que supimos que la himenoplastia es una opción sólo al alcance de las mujeres económicamente mejor situadas, en tanto que las menos pudientes acuden a “estratagemas caseras que incluyen pociones elaboradas en farmacias a base de grasa de ballena sintética, acido sulfúrico y colorante rojo que simulan la textura y color de la sangre, hasta pequeños pedazos de hígado de ternera”.
En fin, más allá de lo que cada uno piense sobre una sociedad en la que las mujeres se ven forzadas a recurrir a esta técnica no ya para salvar su honor, sino incluso para salvar su vida, es bueno saber que la operación se puede realizar con plenas garantías. Y eso es lo que queríamos contar aquí.
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Dr. Alfredo Fernández Blanco
El cirujano plástico Dr. Alfredo Fernández Blanco se destaca en su rama de la medicina, como el mejor cirujano de mamas, además es pionero en las llamadas cirugías secundarias o de las secuelas. Con más de 30 años de experiencia y miles de casos de éxito, sigue logrando los resultados más naturales que se pueden esperar en una operación de cirugía estética.