¿Quién no recuerda a Sara Montiel y otras actrices de cara redonda posando al tiempo que se mordían la parte interior de las mejillas? Ese sencillo truco permitía a la manchega y a sus colegas afilar sus rasgos, aunque era sólo eso, una ilusión acentuada por el uso generoso del colorete en los laterales del rostro. Y en cuanto las cámaras desaparecían, los mofletes volvían a su sitio.
Durante un tiempo se creyó que la extracción de las muelas del juicio podía proporcionar el mismo efecto, pero permanente. Y no dudamos de que en algunos casos el cambio fuera posible, sin embargo, un rápido repaso a las facciones de quienes en nuestro entorno han debido sacarse las muelas nos demostrará que, habitualmente, esa extracción no tiene como consecuencia una modificación sustancial del aspecto de la cara.
A día de hoy, la única manera que las personas de cara muy redonda o de pómulos poco marcados tienen de cambiar radicalmente su fisonomía facial es desprenderse de las bolas de Bichat.
Las bolas en cuestión deben su nombre al biólogo, anatomista y fisiólogo francés Marie François Xavier Bichat (1771-1802), figura destacada del vitalismo, una corriente filosófica que se expandió por Europa como reacción ante el materialismo mecanicista imperante en la primera parte del siglo XVII.
Fue él quien describió esas “bolas”, unos paquetes grasos que se encuentran en las mejillas, justo delante del músculo masetero, y que todos tenemos, aunque no todos del mismo tamaño.
La intervención quirúrgica puede realizarse después de los 16 años, que es la edad aproximada en la que deja de crecer el rostro, y conviene hacerla antes de los 40, pues el rostro adelgaza conforme envejecemos. Se realiza con anestesia local, dura entre 30 y 45 minutos, y es sencilla y nada dolorosa: se efectúa una incisión de aproximadamente 1,5 centímetros en el lado interno de cada una de las mejillas y mediante presión desde la cara externa, se extraen las bolas de Bichat.
Como todas las intervenciones quirúrgicas, ésta puede provocar un ligero hematoma en el área operada, y también una inflamación igualmente ligera, nada que impida al paciente incorporarse al trabajo al día siguiente. Conviene además tener presente que, en la medida en la que la incisión se realiza en la boca, donde reside un elevado número de gérmenes y resulta difícil hacer una asepsia adecuada, el riesgo de infección no es descartable, si bien la prevención con un tratamiento antibiótico adecuado resulta extremadamente eficaz. A limitar ese riesgo ayudará, en los días siguientes a la operación, mantener una dieta semi blanda.
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Dr. Alfredo Fernández Blanco
El cirujano plástico Dr. Alfredo Fernández Blanco se destaca en su rama de la medicina, como el mejor cirujano de mamas, además es pionero en las llamadas cirugías secundarias o de las secuelas. Con más de 30 años de experiencia y miles de casos de éxito, sigue logrando los resultados más naturales que se pueden esperar en una operación de cirugía estética.